Él es más que una simple mano amiga para cuidar al bebé para que mamá pueda tener un momento para ella sola para ducharse, afeitarse las piernas o lavarse el cabello después de un día agotador. Él no es sólo el ayudante de mamá; él también es padre.
Cuando se trata de cenar, no sólo ayuda a mamá en la cocina. Algunas noches él se encarga de preparar la comida mientras ella atiende al bebé, porque él también es padre.
La hora de dormir no es sólo una tarea que comparte con mamá. Algunas noches, él toma la iniciativa, contando a sus hijos un cuento antes de dormir y quedándose con ellos hasta que se quedan dormidos, porque él también es padre.
Las tareas del hogar no se dividen en “tareas de mamá” y “tareas de papá”. No sólo ayuda a mamá a limpiar la cocina; se encarga de lavar los platos y limpiar las migajas de las encimeras después del desayuno de panqueques de los niños, incluso antes de ir a trabajar, porque él también es padre.
Su participación en la vida de sus hijos no es coaccionada por mamá; participa activamente porque realmente quiere ser testigo de sus hitos. Ya sea viendo a su hijo jugar una pelota de béisbol, bailar en un recital o sorprenderlos en la fiesta del Día de San Valentín, él está ahí porque también es padre.
No se ve a sí mismo como una simple niñera, que simplemente observa a los niños desde la distancia. Sabe que es padre y se asegura de que sus hijos también lo sepan. Él captura sus preciosos momentos en fotos y videos y aplaude en voz alta sus logros porque está presente y comprometido con sus vidas.
En todos los sentidos de la palabra, él no es sólo un compañero de apoyo para mamá, sino un padre igualitario y amoroso para sus hijos. Su dedicación, participación y amor demuestran que asume el papel de padre con orgullo y que sus hijos tienen la suerte de tenerlo como padre.