Los humanos gastan mucho tiempo y dinero trabajando para agregar o quitar tejido de sus partes traseras, pero mientras que los humanos se obsesionan con el tamaño y la forma, una especie de gusano marino se centra en cambio en la cantidad. Así es, estas criaturas tienen múltiples traseros, y no solo tres o cuatro, estamos hablando de cientos. Y, con el tiempo, a cada uno le crece un par de ojos y un cerebro y se aleja nadando por su cuenta para generar la siguiente generación.
En un artículo publicado el mes pasado en el Journal of Morphology , los científicos describen la anatomía única de Ramisyllis multicaudata , un gusano anélido que vive dentro de los cuerpos con forma de queso suizo de las esponjas marinas y, lo que es más importante, tiene una cabeza y más de 100 traseros, informa Jake Buehler de Gizmodo .
“Hemos podido contar más de 500 [ramas] en un solo ejemplar, pero creemos que pueden llegar fácilmente a 1.000”, explica a Gizmodo M. Teresa Aguado, bióloga evolutiva de la Universidad de Göttingen y coautora del estudio.
Para su estudio, los investigadores recogieron especímenes de Ramisyllis multicaudata y sus esponjas hospedadoras en aguas cercanas a Darwin, Australia, y los examinaron utilizando microscopios, tomografías computarizadas con rayos X, histología y otras técnicas. En combinación, estos múltiples análisis proporcionaron una imagen tridimensional de los órganos internos de los gusanos, así como de la estructura de las esponjas que habitan, según un comunicado.
Según Gizmodo , al observar el interior de Ramisyllis m., cada vez que su cuerpo se bifurca en dos, los órganos internos (desde los nervios hasta los intestinos y los músculos) también se duplican. Los investigadores descubrieron que cada división está rodeada por una banda de músculos. Cuando el equipo examinó más de cerca la estructura de estos anillos de músculos, pudieron determinar qué mitad del cuerpo bifurcado apareció primero y cuál era una nueva adición.
Cuando llega el momento de que estos gusanos se reproduzcan, las cosas toman otro giro extraño. Cada una de las numerosas aberturas terminales del animal forma algo llamado estolón, del que crecen ojos y un cerebro, informa Mindy Weisberger para Live Science . Cuando el estolón está listo, se desprende y se aleja nadando, guiado por su sistema nervioso rudimentario, para poder ser fertilizado.
Guillermo Ponz-Segrelles, zoólogo de la Universidad Autónoma de Madrid y autor principal del estudio, explica a Live Science que los investigadores del siglo XIX ya habían sugerido que estos estolones podrían tener su propio cerebro, pero este estudio es el primero en confirmar su existencia.
Parte de lo que hace que esta criatura sea extraña es la estructura corporal ramificada que da origen a su colección de traseros, explica Kevin Thiele en una publicación de blog para Taxonomy Australia de 2019. Escribe:
Las plantas se ramifican. Los hongos se ramifican. Los animales no. La mayoría de las plantas (y el micelio de los hongos) son indeterminadamente modulares, es decir, están formadas por módulos (ramas) que pueden formar más módulos (más ramas) más o menos sin parar. La mayoría de los animales, sin embargo, son unitarios: comprenden un solo módulo. Como máximo, este puede comprender un conjunto de segmentos (pensemos en los insectos y la mayoría de los gusanos), pero aun así el conjunto es determinado y no se ramifica… Ramisyllis multicaudata es un animal que hace algo que hacen las plantas. Eso es extraño.
Aunque el nuevo estudio ha aportado respuestas a algunas preguntas que quizá no sabíamos que necesitaban respuesta hasta ahora, también ha planteado algunas nuevas.
“Este estudio ha concluido que el intestino de estos animales podría ser funcional, pero nunca se ha visto rastro de alimento en su interior, por lo que sigue siendo un misterio cómo pueden alimentarse con sus enormes cuerpos ramificados”, afirma Aguado en el comunicado. “Otras preguntas que se plantean en este estudio son cómo la circulación sanguínea y los impulsos nerviosos se ven afectados por las ramificaciones del cuerpo”.
Aguado le dice a Gizmodo que su equipo está trabajando para descubrir qué come el gusano, dado que sus entrañas laberínticas siempre parecen estar vacías, así como para realizar estudios genéticos de los parientes de la especie con la esperanza de revelar el ADN que subyace a su panoplia de partes posteriores.